Gracias a la colaboración de Lucas Montojo, que también participa en La Revista de Sotogrande y Numen, da comienzo en el blog la publicación de varios artículos dedicados al blasón y todo lo relacionado con él.
El primero de ellos versa acerca del origen de estos escudos, que tanta información nos proporcionan acerca de los linajes que con ellos se identifican:
El primero de ellos versa acerca del origen de estos escudos, que tanta información nos proporcionan acerca de los linajes que con ellos se identifican:
Con esta exposición quisiera hacer una pequeña introducción al origen del blasón, un tema muy manido pero no siempre bien planteado, esperando sea útil para quienes se han sentido, como yo, atraídos por la riqueza, la belleza plástica y expresiva y, por qué no decirlo, el encanto de los blasones, cruces o figuras, que adornan los retratos, las joyas de nuestros antepasados o las casas y palacios de la geografía de la Península.
Hoy en día, se llama blasonar al arte de componer y describir los escudos de armas que pertenecen a cada linaje, ciudad o persona y conviene tener alguna noción, al menos, de este tema.
La palabra blasón proviene del término alemán blasen, que significa tocar la trompeta, porque este instrumento tocaban los caballeros que se presentaban en las lizas de los antiguos torneos con la intención de anunciar su llegada. Otros la hacen derivar del inglés blase, to blase, publicar, a blaser, que significa persona que anuncia algo o pregonero; por cuanto este último antes de hablar advertía siempre al público haciendo sonar su trompeta, costumbre que ha llegado hasta nuestros días.
En los torneos medievales, el heraldo, después de haber tocado su trompeta, describía en voz alta las armerías del caballero que se presentaba para competir: a esto se llamaba blasonar. Lo que el heraldo describía era llamado blasón, y más tarde, cuando se multiplicaron las armerías, se empezaron a someter a reglas fijas e invariables y se crearon los reyes de armas. Fue entonces cuando se llamó a todo ese conjunto blasón.
Era obligación de los heraldos y los reyes de armas blasonar las armerías de los nobles que se presentaban en los torneos y registrarlas en sus libros. El uso de los escudos viene de la antigua arma defensiva que los guerreros portaban en su brazo izquierdo para resguardarse de los golpes de su enemigo, pintando en ella diversas figuras, con arreglo al uso y costumbre de cada país, haciéndolo en esta parte por ser la más visible.
El origen del blasón se pierde en el tiempo, pero se atribuye la invención del escudo a Palas y el estilo de llevarlo a caballo a Saturno. Los romanos y el propio Numa Pompilio, segundo rey de Roma, imaginaban que su primer escudo venía del cielo. Algunos buscan su origen en tiempos de Noé y hay quien lo atribuye al mismo Adán. También en la tragedia Los siete contra Tebas que escribió Esquilo, el más antiguo de los tres grandes poetas de la antigua Grecia, encontramos ya el uso de los escudos cargados de emblemas. No obstante, los escudos de armas propiamente dichos no existieron hasta finales del siglo X. Las cruzadas, las justas y los torneos hicieron necesario su uso y esto hizo que se multiplicaran considerablemente, si bien no fueron estables ni transmisibles hasta mediados del siglo XIII.
Es complejo conocer bien la disciplina de la heráldica. En futuros escritos iré desgranando poco a poco cuáles son las características de los escudos, sus esmaltes y metales, sus normas clásicas, los adornos externos que los componen y, en definitiva, todo aquello que hace de este arte, el arte heráldico, una de las ciencias auxiliares de la Historia más llamativas y atractivas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario