En toda familia hay un hijo artista. A don Pedro González de Mendoza, el todopoderoso Gran Cardenal de España, le tocó en suerte que fuera su primogénito. De don Rodrigo de Vivar y Mendoza la historia apenas se ha ocupado. Las más notables letras están dedicadas a su padre, aquel influyente hombre de Estado, primado de España y consejero de la reina Isabel la Católica, más dado a luchar con las armas que con el báculo.
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Levantado por Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza, marqués del Cenete y conde del Cid, el Castillo de La Calahorra se levanta en la cima de una colina, en la comarca de Guadix. Permaneció abandonado durante siglos, estando a punto de ser trasladado piedra por piedra a Estados Unidos. Finalmente lo adquirió Joaquín de Arteaga y Echagüe, duque del Infantado, siendo un nieto suyo, Íñigo de Arteaga y Martín, sucesor en el grueso de los títulos familiares, el dueño actual.
Vista de la fortaleza (Foto Silvio) |
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