El fuego se combate con más fuego debió pensar Pedro «el Grande», el virrey español de Nápoles entre 1616 y 1620, cuando decidió organizar una marina paralela para realizar acciones de corso contra los turco-berberiscos. Su amigo y consejero, el poeta Francisco de Quevedo, cantó en versos los éxitos de esta flotilla de galeras y galeones: «Sacó del remo más de dos mil fieles, y turcos puso al remo mil personas». Así y todo, su fama le granjeó numerosos enemigos en la corte, que en 1620 consiguieron que Felipe III destituyera al «virrey temerario» al que acusaron de buscar con sus acciones el lucro personal y la independencia de Nápoles. Falleció en una mazmorra como un vulgar delincuente el 24 de septiembre de 1624, siendo sus últimas palabras: «Si cual serví a mi rey sirviera a Dios, fuera buen cristiano».
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El Gran Duque de Osuna, Pedro Téllez-Girón y Velasco, duque de Osuna, marqués de Peñafiel y conde de Ureña, fue uno de los grandes personajes de la corte de Felipe III. Leal servidor de la Monarquía, terminó sus últimos días en un presidio acusado por sus enemigos políticos de conspirar contra la Corona.
Francisco de Quevedo, su gran protegido, le dedicó a su muerte los siguientes versos:
Faltar pudo su patria al grande Osuna,
pero no a su defensa sus hazañas;
diéronle muerte y cárcel las Españas,
de quien él hizo esclava Fortuna.
Pedro Téllez-Girón y Velasco, duque de Osuna (Foto Biblioteca Nacional) |
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